9/7/13

LA FÁBULA, HISTORIA, CONCEPTO. LA FÁBULA PERUANA Y LATINOAMERICANA.


Extractos del libro "LA FÁBULA, INSTRUMENTO PARA INCENTIVAR LA LECTURA Y LOS VALORES" de Juan Miguel y Víctor Ataucuri García (Perú, 2012)


La fábula siempre ha sido un género literario muy singular. Su antigüedad y el apoyo que ha recibido de sabios y filósofos durante casi tres mil años, confirman que no es una creación improvisada o sin vigencia del hombre; sino un elemento cultural que lo ha caracterizado desde los albores de la humanidad.
Ella ha servido para fustigar los defectos destructores de la gente y encausar los valores de una sociedad. Es la fiel guardiana de la convivencia social, elemento fundamental para mantener un pueblo cohesionado, identificado con las normas y costumbres que son la garantía de su existencia.
La fábula no es un género literario menor, sino diferente. Su  característica esencial es el ser didáctica, y para ello se vale de recursos aplicados desde muchos siglos antes de nuestra era. Utiliza como protagonistas a los animales y objetos convertidos en personajes estereotipados. Propone una tesis que luego desarrolla en su contenido y concluye en una reflexión que llamamos moraleja.
Para nosotros también es un instrumento que debe ser rescatado del abandono del que ha sido víctima en estos últimos años, so pretexto de, supuestamente, no tener valor literario o no formar parte de la literatura infantil contemporánea. Pero lo  cierto es que la fábula cumple una función social  más allá de los valores artísticos positivos o negativos que le puedan atribuir.
Su esencia didáctica no implica que termine siendo detestable para los niños, por el contrario, está demostrado que los infantes y jóvenes aprecian la fábula por su colorido, su brevedad y sus personajes tan simples como reveladores de la sicología humana.
En este libro proponemos que -además de los ya reconocidas cualidades de las fábulas-, es posible sumarles otras, como su utilidad para crear el hábito lector, desarrollar la comprensión lectora y, algo que es muy importante, la identidad cultural integradora, base para nuestra cohesión social, pues actualmente somos una sociedad dispersa a causa de nuestra gran diversidad cultural, para unos esto es una cualidad, pero si ésta provoca enfrentamientos culturales o étnicos , como sucede en nuestro país, es necesario entonces buscar una integración que sume y no reste. El punto es buscar los lugares comunes y coincidentes, esta es  tarea de maestros, padres de familia, autoridades, intelectuales, artistas y todos los ciudadanos capaces de comprender que un país con gente identificada con lo suyo es capaz de progresar. La fábula puede ser una herramienta difusora presta para apoyar.


LA FÁBULA EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Todos los investigadores e historiadores coinciden en afirmar que la fábula es un producto cultural antiquísimo. En primera instancia surgió como un relato oral alegórico y satírico cuya finalidad era enseñar a los hombres maneras específicas de abordar y solucionar los conflictos que surgen dentro de la convivencia social.
A diferencia de los mitos que explicaban los orígenes divinos de los pueblos, o las leyendas que se referían a hechos epopéyicos de sus antepasados, la fábula tenía la  tarea de corregir o formar costumbres en los hombres. Cosa que la emparentaba con el apólogo que cumplía parecida misión dentro la sociedad. La diferencia entre el apólogo y la fábula es de forma, la cual explicaremos más adelante.
Etimológicamente la palabra fábula proviene del latín fábula, del verbo "for" o "fatum" y se interpreta como “charla, conversación”  o –simplemente– “hablar”. Concepto que, a primera instancia, está muy lejos de definir a este género conforme a los cánones actuales; pero si nos remitimos al pasado, comprendemos que sí tenía mucho que ver este término con el carácter  de su propagación, pues las fábulas se trasmitían entre la gente en forma oral y cotidianamente. Imaginemos a los hombres, mujeres y niños sentados alrededor del fuego, sin otra distracción que el hablar o cantar. Allí se relataban los hechos sucedidos en el día, las anécdotas, los conflictos o rencillas entre los integrantes de la tribu, y se empezaba a forjar las costumbres y normas necesarias para una convivencia estable.
Entre la gente que participaba siempre había el hombre viejo y sabio que recopilaba y mantenía en su memoria los acontecimientos más importantes y extraordinarios del clan, y los relataba a los más jóvenes con exageraciones míticas o legendarias, o sea creando mitos y leyendas que le daban forma e identidad a su tribu. A su vez, también incluía pequeñas historias con enseñanzas morales. Por eso, en el principio el término fábula era mucho más general, implicaba cualquier relato oral de suma imaginación con fines de adoctrinamiento. Es en el mundo moderno cuando recién identificamos a la fábula como un género especial dedicado al didactismo.

DEFINICIÓN DE LA FÁBULA
Durante todo el proceso histórico de la fábula, muchos autores y críticos le han dado a la fábula una definición orientada principalmente a su presentación, pues lo que más salta a la vista es el empleo de animales como personajes protagonistas, su brevedad de contenido y su conclusión moral.
Oficialmente, la Real Academia Española la define así: “Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados”.
¿Podríamos atrevernos a hacer una definición más completa? Por lo visto y juzgado podemos decir que sí:
La Fábula es una composición literaria ficticia y monoaccional, cuyo desarrollo se sostiene en un conflicto que los personajes deben solucionar dejando como saldo una reflexión moral. Es monoaccional porque contiene una sola acción, por lo cual es breve; y los personajes son animales estereotipados para evitar, en lo posible, hacer descripciones que pudieran distraer el centro de la propuesta cuyo propósito didáctico.
Entonces, el desarrollo de la fábula no es otra cosa que la demostración de la tesis del autor. Podemos reiterar que el planteamiento previo de la resolución implica un trabajo intelectual en donde el escritor recurre a los elementos de la fábula y, cual piezas de un rompecabezas, los hace encajar perfectamente para conseguir el objetivo que se propuso. Ello le da a la fábula un carácter altamente didáctico, más que literario, aunque lo ideal es amalgamar la utilidad con el arte. Ese es un reto que muy pocos fabulistas se han atrevido tomar. Y los del sendero de al frente, o sea los poetas y narradores puristas ni siquiera lo han tomado en consideración.